martes, diciembre 09, 2014

Letras propias: Correspondencia ordinaria 2



Un junio cualquiera
vino a hurgar en mi basura.

Un carro.
Un gancho.
Un exceso de carencias y unas manos heridas
rebuscando entre despojos.

Se llevó todo lo útil que desprecié:
la lata del corazón,
los cristales rotos de las ilusiones,
el llanto arrojado,
los labios tiznados por tantos carmines,
la calva de los cincuenta,
la lengua insensible y la imaginación anestesiada,
la poca dignidad,
los pedazos de los poemas
y el vacío de la matriz de donde surgí.

Cosas de poco uso.

Ahora,
por si regresa,
he vuelto a llenar el cubo de restos
tan inútiles que no se pueden ni enumerar:
disculpas perecederas,

Y espero, escondido detrás de la cortina,
al momento en el que aparezca,
cargue el carro,
de media vuelta y se marche
con el gancho sobre su hombro.

Como si fuera una guadaña asesina
desde la que cuelgan el resto
de los sueños
que tiré en el cubo de mi basura.

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